No hay donde esconderse
los sueños se tornan oscuros
y en una suave brisa que recorre mis párpados caídos
no puedo volverme a mirar al espejo
en él una mujer me mira y me mira
sus ojos arden fuego y nieve acompasados
y el peso de la carga se acrecienta en mi pecho
no me dejes caer y caer a esta eterna nada
el reloj en la pared me indica que no hay tiempo
en mis venas fluye un miedo azuloso
los pájaros dorados se han llevado mi aliento
no hay salida de este cuarto que me esconde
la luz se filtra por un espacio en el espejo roto
y una verde mariposa se posa en mi pecho
hace un nido y en él muere
la mujer del espejo me mira con rabia
y por las trizaduras se escurre el cabello
negro en mis sueños y en mis ojos
negro como sus ojos tenebrosos
y cada vez más me hundo en ese fango que me atrapa
sus ojos me penetran y me callan
y el corazón late como tren al partir
cada vez más rápido
más rápido
y viene el miedo y viene
y el corazón contraataca pero es tarde
la luz se esconde entre las telas de mi vestido
y la mariposa en mi pecho yace muerta
y la mujer en el espejo no me mira
los pájaros dorados me abandonan
ya no quieren ni llevarse mi cadáver.